sábado, 27 de noviembre de 2010

Ole la novia de mi ex


Vamos a ponernos en la piel de una damisela a la que su novio, con el que se va a vivir este mismo fin de semana, por tanto, están de mudanza, atareadísimos y, a la vez, entendemos que muy ilusionados con el cambio. Le comenta que va a hacer otra mudanza: 48 horas antes que la propia, teniendo que recorrer 800 km y, atención, siendo la interesada su ex...

Y bien, dicha damisela no sólo no arde de rabia, ni se deprime por rumiar celosamente, ni siquiera se la guarda. Sino que, para asombro de propios y extraños, hasta le deja el "tomtom" para el viaje. Para las mentes retorcidas, no, no es una estrategia para ver cómo la ex se aleja definitivamente.

Hablándolo con una amiga, que también ayudó en el movimiento de cajas y enseres, no podíamos imaginar a ninguna de nuestras congéneres, casi ni a nosotras mismas, reaccionando bien en una situación similar.

Yo sería de las rumiantes, al menos mascaría algo de preocupación. Pero claro, depende de la ex y de la relación que con ella mantenga tu medio limón... Y aún así...

En este caso, como la ex soy yo y sé que soy maja (mucho, mucho), que nosotros ya sólo somos amigos y que no me siento ni una pizca atraida por él, y sé que él por mí lo mismo, pues tengo normalizado que pueda ayudarme. Pero si me pongo en la piel de la susidicha:  ¡¡ole, ole y ole!! Eso es una tía estupenda y lo demás son historias.

O, quizás, es que esa es la única manera exitosa de llevar a buen puerto una relación con "el susodicho", buena y gran persona pero complejo en sus compromisos como el solo, espero, de corazón, que sean felices y coman perdices. Se lo merecen.

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